La rivalidad futbolera entre Brasil y Argentina data de hace más de un siglo y es tan arraigada que los máximos cañoneros de la Copa América son próceres tanto de la Albiceleste como de la Canarinha.
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Zizinho y Tucho Méndez, marcaron época con sus selecciones nacionales entre los años 40s y 50s. Imágenes tomadas de CBF y El Gráfico
De repente, a los 28 minutos de juego, el Argentina – Brasil que definiría al campeón de la Copa América de 1946, se tornó gris y convirtió esa tarde soleada de febrero, en la más oscura de la historia del más antiguo de los torneos continentales en el mundo.
El capitán argentino José Salomón se retorcía de dolor; segundos antes, Jair Rosa Pinto, volante e ídolo por entonces del Vasco Da Gama, le había destrozado la pierna al líder de la defensa gaucha, lo que representaría el final de su carrera, por lo menos vestido de celeste y blanco.
Las ochenta mil almas que abarrotaron el estadio Monumental de Buenos Aires para presenciar un prometedor clásico entre dos gigantes del fútbol mundial, sin mayor aviso previo, se dispusieron a presenciar de un verdadero concierto de puños, patadas, zancadillas, empujones y todo tipo de golpes que solo se aprenden en las villas y las favelas.
Para rematar, literalmente, la policía local, representada por un número exagerado de uniformados, ingresó a la cancha a hacer su justicia en detrimento de los brasileros que repartían lo que podían y que corrían cual atletas en carrera de obstáculos.
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La vergonzosa batalla campal con la que se recordó el juego final de la Copa América de 1946 – Foto tomada de El País
De los hechos quedaron varias postales lamentables, por ejemplo: Chico y Jair eludiendo a Fonda y Strembel, luego, la agresión de Chico a Pescia, quien es vengado por Marante y por un piquete de policías que logran derribar al brasilero, al que luego convierten en pelota de cuero.
El caos generado convirtió la cancha del Monumental literalmente en un campo de batalla; el descontrol se prolongó por lo menos diez minutos más, justo hasta cuando los brasileros lograron llegar a su trinchera, ese día no se podía hablar de camerinos.
Una hora y diez minutos después y gracias al liderazgo del zaguero Domingos Da Guía, Brasil vuelve a la cancha; sin embargo, este juego, aparte de la gresca referida, tuvo un componente especial dentro de las historias del fútbol suramericano.
Tucho y Maestro Ziza Ese partido final de la Copa América de 1946 fue el único en el cual se enfrentaron los dos máximos cañoneros de la historia del torneo. Por un lado y vestido de albiceleste: Norberto Tucho Méndez y con la aún casaca oficial blanca con vivos azules el carioca Tomas Soarez Da Silva, a quien la historia recuerda como Zizinho. Los dos representaban el fútbol puro de picardía, habilidad y gol, en resumen: eran barrio puro.
Tucho
Al haber nacido en la frontera invisible de los barrios Nueva Pompeya y Parque de los Patricios no podía haber simpatizado por un club diferente a Huracán, en el que hizo carrera desde la sexta división. Con El Globito fue ídolo absoluto, sus pasos chuecos y sus 84 goles le hicieron un lugar en la historia del club en donde se dio el lujo de jugar al lado del ídolo al que de pibe le cargaba la maleta: Herminio Masantonio.
Tucho Méndez, el del jopo imposible de modificar fue transferido a Racing y con La Academia se hizo a lugar para la posteridad al ser la gran figura del equipo que logró el primer tricampeonato del profesionalismo argentino entre 1949 y 1951, al lado de cracks como Mario Boyé, Rubén Bravo, Simes y Ezra Sued.
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Tucho Méndez sostiene un tabloide de la época, lo rodean sus compañeros de selección – Foto tomada de Conmebol
Con la selección argentina fue historia pura en la Copa América, integró delanteras demoledoras en las que fue campeón en 1945 en Santiago con René Pontoni y Rinaldo Martino, en 1946 en Argentina con Adolfo Pedernera y Ángel Labruna, y en 1947 en Ecuador con René Pontoni o Alfredo Di Stéfano y José Manuel Moreno.
Tucho fue un auténtico porteño, frecuentaba las noches del Marabú y el Chantecler, en donde departía entre otros con el gran Aníbal Troilo, prolífico compositor y bandoneonista con quien se profesaba admiración mutua.
Un tango de 1953 titulado con su nombre, con letra de Manuel Pose y música de Victorio Papini, lo recuerda así:
Tucho Méndez en las canchas fue creciendo; Tucho Méndez con sus sueños convivió; Tucho Méndez fue paseando por el mundo ese arte tan profundo que en un crack lo convirtió.
Pero la historia del fútbol lo recuerda más con esta frase de su autoría:
“Huracán fue mi novia…Racing mi mujer …y la selección mi amante…”
Maestro Ziza “Zizinho”
Thomas Soarez Da Silva, representa a esos millones de garotos que nacen pegados a una pelota y que parecen brotar silvestres desde las entrañas de la bahía de Guanabara.
Su sueño fue jugar con su equipo amado: el América de Río, pero pese a haber mostrado su talento en equipos juveniles de la región carioca, allí le fue negada la oportunidad; el destino le había reservado un lugar en aquel 1939 cuando su magia iluminó el barrio de la Gavea y entró a hacer historia con la pasión rojinegra, la pasión popular de Río, el Flamengo de Flavio Costa.
En el primer equipo del Fla. jugó al lado del gran Leonidas Da Silva, el Diamante Negro. Zizinho se convirtió en el crack más refinado del fútbol brasilero, tenía el arte de Tim, la visión de Jair, la velocidad de Leonidas y unos atributos solo comparables con los de Pelé, quien siempre se refirió a él como su gran ídolo.
Con el Mengao fue campeón en 1939 y logró el tricampeonato del 42 al 44, con lo cual empezó a marcar la era del equipo más grande del Estado de Río. El pueblo lo empezó a llamar Maestro Ziza, por su fútbol mágico y pletórico a lo que los periodistas brasileros empezaron a llamar fútbol arte.
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Zizinho segundo de izquierda a derecha en la fila de abajo, en una de las formaciones del Brasil Campeón de América 1949 – Foto tomada de Conmebol.
Zizinho defendió los colores de Brasil en las Copas América de 1942, 1945, 1946, 1949, 1953 y 1957. Logró el título en 1949 jugando de local, lo que pareció el mejor augurio para lo que sería la Copa Mundo del 50, en la cual Brasil sería anfitrión y gran favorito.
Pero la magia del Maestro Ziza no fue suficiente; a pesar de ser catalogado como el mejor jugador del torneo, Zizinho es uno de esos Hijos del Maracanazo, la dolorosa derrota cuyas heridas parecen no sanar en la afición brasilera.
Zizinho es considerado uno de los mejores jugadores de la historia de Brasil, su recuerdo perduró en Samba de Bangú, pieza en la cual el maestro Ataulfo Alvez le hace mención junto a Domingos Da Guía:
Vou sambar lá em Bangú Voy a samba allá en Bangú No velho esporte en el viejo deporte Tua fama não desliza tu fama no se resbala Teve um Domingos da Guia hubon un Domingos Da Guía Sem falar no mestre Ziza por nio hablar del Maestro Ziza.
Voy a samba allá en Bangú
en el viejo deporte
tu fama no se resbala
hubo un Domingos Da Guía
por no hablar del Maestro Ziza.
Fin del partido… la Copa América del 46
El líder carioca Domingos Da Guía logró que las autoridades brindaran garantías para volver a la cancha; el juez uruguayo, Valentini, se apersonó de eso y expresó su molestia por la brutalidad con la cual intervino la policía argentina.
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Antes que estallara el caos en el juego final del 46. Tesourinha rodeado de los defensores argentinos Fonda, Strembel y José Salomón. – Foto tomada de El Gráfico
Los equipos regresaron sin Chico y De la Mata, expulsados y obviamente sin el capitán argentino, Salomón, a quien la entrada de Jair le fracturó la tibia y el peroné.
La historia oficial de la Copa América, señala que el juego, que empezó a las tres, acabó a las diez. Seguramente exagera, pero sí tomó cuatro horas y media completarlo, y tres más sacar a Brasil de allí… y eso que la victoria fue argentina con dos goles del Tucho Méndez.
Epílogo
Norberto Tucho Méndez y Zizinho son los máximos goleadores en la historia de la Copa América con 17 anotaciones. El argentino con 14 partidos jugados mientras que el brasilero lo hizo al término de 33 juegos.
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Tucho y Zizinho, símbolos de la Copa América. Imágenes tomadas de El Gráfico y CBF
Cruel paradoja que este par de talentos solo se hayan visto dentro de un terreno de juego, en el marco de una de las tardes más lamentables de la Copa, pero esa es nuestra historia, esa es nuestra esencia, ese es nuestro fútbol… ese es nuestro sentir.
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