La historia de cómo un equipo alterno, ignorado, abandonado a su suerte, pero comprometido con su país, logró una victoria vital rumbo a Alemania 74.
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La icónica imagen tomada en Bolivia por el fotógrafo Lucio Flórez del diario Hoy y con la que El Gráfico corroboró el mote de “selección fantasma”. El profesor Ignomiriello es el que luce a la derecha con las manos en los bolsillos.
En septiembre de 1973 la selección argentina había iniciado con buen pie su camino hacia Alemania 74. Una Bombonera repleta fue el escenario del categórico 4 a 0 sobre Bolivia. Ocho días después, el equipo dirigido por Omar Sívori, regresaba de Asunción con un valioso empate a uno ante Paraguay, en el siempre difícil Defensores del Chaco.
Sin embargo, los gauchos no habían extirpado todos sus demonios; en la primera jornada del grupo eliminatorio Paraguay había ganado en La Paz, hecho que los obligaba a hacer lo propio en su visita al altiplano, empresa más que difícil. Cuatro años atrás, rumbo a México 70, los bolivianos les abonaron la ruta del fracaso con un inobjetable 3 a 1.
El fútbol argentino no podía soportar un nuevo papelón. El hecho que la Copa Mundo del 78 se jugaría en casa convertía en imperativo su clasificación a Alemania y para ello había que ganar o ganar en La Paz.
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Cual participantes de “reallity”, sometidos a “pruebas de supervivencia”, más que integrantes de una selección nacional de fútbol. Eso transmite esta imagen publicada por La Nación, al extremo derecho un joven Ubaldo Fillol.
Por lo anterior, tres meses atrás Miguel Ignomiriello, asistente de la selección, había sido comisionado por Sívori para preparar en la altura una selección alterna, con el único objetivo de lograr la victoria en Bolivia.
La idea inicial era trabajar en La Quiaca, Jujuy, ciudad ubicada a 3.500 metros de altura, sin embargo, su único hotel estaba en plena remodelación, por lo cual se escogió como base de operaciones a Tilcara, pequeña localidad enclavada a 2.465 metros sobre el nivel del mar, en la misma provincia, al norte de la república. “Solo había un hotel, no había nada más”, afirmó Carlos Cancela, preparador físico del equipo.
El 19 de agosto el cuerpo técnico inició trabajos con el siguiente grupo de 15 jugadores, algunos nombres de trayectoria, otros poco conocidos y unos cuantos juveniles:
Ubaldo Fillol (arquero, River) - Jorge Tripicchio (arquero, San Lorenzo) - Rubén Glaría (defensor, San Lorenzo) - Osvaldo Cortés (defensor, Atlanta) - Néstor Chirdo (defensor, Estudiantes) - Jorge Troncoso (defensor, Vélez) - Daniel Tagliani (defensor, Vélez) - Reinaldo Merlo (volante, River) - Rubén Galván (volante, Independiente) - Marcelo Trobbiani (volante, Boca) - Ricardo Bochini (volante, Independiente) - Oscar Fornari (delantero, Vélez) - Mario Kempes (delantero, Instituto) - Aldo Poy (delantero, Rosario Central) - Juan Ramón Rocha (delantero, Newell’s).
“No hay para donde escaparse, ni un boliche, en la noche solo las chicharras”, recordó años más tarde el Negro Galván, “Fue la primera vez que fui a Jujuy”, señaló el crack Ricardo Bochini, quien tenía 19 años cuando hizo parte de esa aventura. El plan de trabajo incluía el jugar cuatro partidos con diferentes equipos no solo de Argentina sino del Perú; hasta ahí todo empezó sin mayor novedad, pero con el paso del tiempo, lo que se concibió como una novedosa estrategia para enfrentar la altura de La Paz, terminó convirtiéndose en un reallity con sucesivas pruebas de supervivencia.
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Mario Kempes, con el número 13 y Aldo Poy encabezan uno de los entrenamientos dirigidos por el profesor Ignomiriello en algún lugar de la cordillera. – Foto de La Nación.
Alejados de la prensa, olvidados por la AFA y aislados de sus familias, los muchachos de Ignomiriello solo tenían un uniforme para entrenar y otro para competir a lo que Aldo Poy, prócer de Rosario Central agregó: “el alojamiento era malo y la comida era peor que el alojamiento, alguna vez creo que le tocó cocinar a Don Miguel”.
La rutina de entrenamiento incluyó fútbol en la única cancha que tenía algo de césped, ubicada en la vecina Humahuaca a 3.000 metros sobre el nivel del mar, así como trote y largas caminatas por el norte argentino. El Aguilar a 3.900 metros de altura fue otra localidad que alojó a este grupo que se fue fortaleciendo con las penurias y con la ilusión de vestir la casaca a rayas blanquicelestes.
“Fueron noches larguísimas, aparte de eso muchas veces nos alimentábamos por el camino con lo que podíamos comprar por las ventanillas de los microbuses”, declaró Rubén Hueso Glaría, marcador de punta de San Lorenzo. Como en toda experiencia extrema, hubo quienes abandonaron la misión: “¡No aguanto más! ¡me voy para la mierda, no quiero saber nada!”, fue la lacónica frase que Reynaldo Mostaza Merlo le confió a Galván, poco antes de desertar pasados no se sabe cuántos días.
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En Humahuaca, a tres mil metros de altitud, abandonados, pero recargando energía en el Monumento de los Héroes de la Independencia Argentina, los muchachos del “equipo fantasma” dejaron esta hermosa postal de lo que fue parte de su preparación en la provincia de Jujuy - Foto de La Nación.
Como si esto fuera poco, tuvieron que pactar algunos partidos, cuyos dineros recaudados sirvieron para pagar el hospedaje y reconocerle a los jugadores algunos pesos a manera de viáticos. “Nos convertimos en buenos empresarios ya que teníamos que administrar ese dinero para solventar nuestros gastos”, relató el siempre jovial Hueso Glaría.
Dentro del escaso cubrimiento que tuvo este equipo, un artículo de El Gráfico los identificó como la selección fantasma, apelativo que sonaba lógico; era tal el destierro que pocos sabían dónde pasaban sus días de preparación. En territorio boliviano, el fotógrafo Lucio Flórez del diario local Hoy, tomó la histórica placa en la que el grupo, de forma jocosa, hizo honor a su mote y posó con unas capuchas de papel, puntiagudas, algo parecidas a las del tenebroso Ku Klux Klan; en medio de las risotadas que esto generó, los muchachos de Ignomiriello, querían llamar la atención a los dirigentes de la AFA y a la afición en general dado el pésimo tratamiento que habían recibido.
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La “oveja’ Telch, con el brazalete de capitán lideró el equipo que saltó a la cancha de Las Paz. Siete de los fantasmas fueron titulares. Foto de El Gráfico.
El día anterior al partido arribaron a La Paz el cuerpo técnico y los jugadores del primer equipo; si bien todos los fantasmas, a excepción del lesionado Troncoso, se sentían con el derecho a jugar, también era claro que las figuras de la selección titular no habían viajado en vano. Ignomiriello y Sívori se reunieron para definir el equipo; Cancela recuerda que ese encuentro que se prolongó hasta bien entrada la madrugada tuvo un detonante particular: Ubaldo Fillol el joven arquero, no contaba con el respaldo de Sívori.
A horas del partido y luego de una charla liderada por Ignomiriello, Sívori dio el equipo, (en negrilla los fantasmas). Argentina saltó a la cancha con: Carnevali, Glaría, Bargas, Tagliani y Ortiz, Galván, Telch (C) y Poy, Fornari, Ayala y Kempes.
Todos los sacrificios se vieron compensados cuando a los 18 minutos de iniciado el juego, un centro de Poy fue conectado de palomita por Fornari a la altura del punto penal, la pelota dio dos botes antes de vencer la resistencia del golero Jiménez, ¡GOL!, y la Argentina futbolera, la fantasma y la real lograban su cometido. A los 64 minutos un joven de 17 años, Marcelo Trobbiani, ingresó por la Oveja Telch y a los 76 Ricardo Bochini entró por Mario Kempes.
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Luego de impactar la pelota de “palomita”, Oscar Fornari, observa desde el piso como el esférico avanza lentamente hacia la red, ante la impotencia de la defensa boliviana. Foto de El Gráfico.
Cuando el silbato brasileño Arnaldo Cesar Coelho señaló el fin del partido los fantasmas Ortiz y Poy, con lágrimas de emoción, levantaron a Ignomiriello. Mientras, Fornari cuya madre había fallecido dos meses atrás declaraba emocionado: “es el gol más importante de mi vida, se lo dedico a mi vieja y a Fillol, que fue el único de los fantasmas que se quedó afuera”. La noticia no tuvo mucho despliegue en la prensa, justo ese día había sido jornada electoral con la vuelta al poder de Juan Domingo Perón.
Esos dos puntos fueron vitales para la clasificación argentina, la cual se rubricó con la victoria 3 a 1 sobre Paraguay, ocho días después en la Bombonera; meses después Sívori fue destituido por diferencias con la AFA y no dirigió en el mundial. De los fantasmas titulares en Bolivia solo asistieron a Alemania 74: Glaría, Poy y Kempes, a quienes se les sumó Ubaldo Fillol, quien jamás le perdonó al DT el no haberlo alineado en La Paz.
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Pitazo final… Poy y Cortés abrazan emocionados al profesor Miguel Ignomiriello. Los sacrificios se vieron compensados, el “equipo fantasma” logró para el fútbol argentino su primera victoria por eliminatorias en La Paz y acercó la clasificación a Alemania 74. – Foto de La Nación.
La selección fantasma fue sin duda la selección más olvidada del fútbol argentino, su recuerdo es un legado para que las nuevas generaciones entiendan que por encima de cualquier interés material la profesión de futbolista se dignifica con trabajo, sacrificio y amor por los colores de la patria.
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