Una acuarela y un micrófono hicieron de este músico uno de los personajes más famosos de los cuarenta; su pasión por el fútbol aún saca sonrisas y lágrimas.
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Ary Barroso, “o mais brasileiro dos brasileiros”. Foto Revista do Esporte número 249 – diciembre de 1963
En una noche lluviosa en la bahía de Guanabara, un mineiro ahogado de nostalgia componía de un sólo jalón al piano, una canción que nos hace sentir a todos brasileros.
Acuarela do Brasil tiene ese "saudade" tan difícil de explicar, sobretodo para quienes únicamente le hacemos fuerza al scratch cuando juega los mundiales. Pero no para Ary Barroso, que gracias a sus múltiples composiciones, nos deja música que representa mucho más que la nostalgia infinita del brasilero. Él nos muestra en sus acordes el sentimiento de su espíritu: alegre y fiestero. Un carnaval que retumba en su corazón carioca por adopción. Corazón rubro negro. Flamengo, su verdadero amor.
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Ary abraza al delantero estrella del Mengao de los 50s, Índio. Foto: revista Semana número 6 – 6 de febrero de 1954.
El fútbol apareció de lleno en la vida del músico cuando en 1936, después de haber sido pianista y humorista en la radio, reemplazó por enfermedad al locutor deportivo Alfonso Scola en la emisora Cruzeiro do Sul. El micrófono le daba la bienvenida en un "FLA - FLU", ese histórico momento del clássico das multidões, como el periodista Mario Filho denominó al partido entre Flamengo y Fluminense. Sería el comienzo de una nueva forma de transmisión deportiva; el estilo único de Ary Barroso.
Una juventud abierta al desenfreno, a la noche, una juventud sin límites. Había recibido una herencia considerable de un tío a su llegada a Río. La Cidade Maravilhosa llenó de pasión sus años mozos; el piano que tocaba con maestría desde niño, sería el vehículo para que el mundo conociera su sentir.
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Poster de Saludos Amigos, música de Ary Barroso. Foto: amazon.com
Alguna vez el gran Walt Disney le propuso que fuera su productor musical en jefe; La Acuarela que se conoció como Brasil en Estados Unidos, gracias a la película Saludos Amigos de 1942 de Disney, ponía a Barroso en los oídos de todo el mundo. La propuesta, para el ahora famoso artista, no contaba con un pequeño detalle, que Ary explicó a Disney mirándolo con cierta picardía: "¿Cómo voy a vivir en un país sin Flamengo?".
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El estilo único e irrepetible de Ary. Foto Revista Idaraya.
Los goles del Mengao en la voz del músico fueron inmortalizados por una cortinilla bautizada como la gaitihna do Ary, hecha con una especie de armónica o chiflo que se conseguía en las tiendas de juguetes cariocas. Muchas transmisiones del Flamengo se quedaron sin locutor, Ary no aguantaba y salía a celebrar a la cancha como un torcedor más. Antes no había cabinas, se modulada desde la tribuna o al pie de la línea de juego. Famosas fueron sus narraciones encima de tejados cuando le prohibían entrar en algunos estadios. Su gaitihna también sonó acompañando a la Canariña en los suramericanos de los cuarenta. Estaba preparada y afinada para el gran acontecimiento de 1950.
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Para narrar un partido de Flamengo, Ary hizo lo imposible. Foto Tardes de Pacaembu
Entonces Barroso incursionó en la política. Ya era el locutor más famoso y mejor pagado de Brasil; siendo concejal en la cámara municipal de Río apoyó como ninguno la construcción de la catedral del fútbol brasilero. La casa de los pájaros Maracaná sería el palacio de gala para la coronación de los reyes del fútbol. Estaba todo preparado; Ary sería la voz oficial del mundial. La emoción de su relato que transita entre la ficción y la descripción exacta, estaría en todos los hogares.
Alcides aguó la fiesta, la tristeza invadía al relator como aquella noche lluviosa de 1939. Minutos antes, como presagio del debacle, dejaba un nombre como sinónimo de la superioridad Uruguaya: Shubert Gambbetta; ningún nombre más musical ni más fútbolero, el medio centro se adueñaba del balón y nada le volvió a funcionar al "Scratch". Tres pitazos del inglés Reader señalando el final, hicieron tomar la pelota en el aire a Gambbetta en área propia. Maspoli le gritó lo indecible pensando que era penal; pero la calma en esa jaula de 200 mil no podía ser de otro. El balón al final fue de Gambbetta… ¡de quién más!
“Lo sabía… Yo lo sabía… Yo ya lo sabía…”. Ary tiró el micrófono al suelo, se levantó y se fue, jamás volvió a narrar un partido.
Escribió en el periódico O Globo tras el campeonato en Suecia: “Señoras y señores, desde 1936 vengo esperando lo que nos ha dado 1958”. Alegría a medias; la gaitihna nunca sonó para anunciar un título mundial de Brasil.
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Carátula del disco de La Aquarela do Brasil. Foto de Amazon
El 9 de febrero de 1964, vísperas del golpe de estado orquestado por los gringos; moría de cirrosis hepática Ary Barroso. Era domingo de carnaval y en las calles de Río de Janeiro, la escuela de samba Imperio Serrano, empezaba un desfile en su honor "Meu Brasil brasileiro / terra de samba e pandeiro...".
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