Al comienzo de los años ochenta, la liga colombiana vivió un fenómeno especial cuando uno de los llamados equipos “chicos” fue tumbando gigantes y por poco se hace a su primera estrella.
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Deportes Tolima 1981. Foto Caracol Radio
“…Canta el alma de mi raza En el bunde de Castilla Y este canto el sol que abraza.
Nacer, vivir, morir Amando el Magdalena La pena se hace buena Y alegra el existir…”
Estas son las primeras líneas del Bunde Tolimense, la hermosísima canción que mezcla ritmos como el bambuco, el torbellino, la rajaleña, el pasillo y la guabina; se dice que la inspiración le llegó a su compositor, Alberto Castilla, en una esquina de El Espinal, en la cual se erigió un monumento para recordar este hecho y a esta melodía, que en 1959 se convirtió en el himno del departamento del Tolima, con letra del poeta Nicanor Velásquez.
En 1981, el Tolimita como se llamaba popularmente al onceno de Ibagué, tal vez por sus constantes visitas a la parte baja de la tabla, fue logrando una campaña que fecha a fecha empezó a ilusionar a su sufrida afición con una clasificación a las finales y ¿por qué no? con lograr su primer título profesional.
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Imágenes del trágico hecho en el estadio de Ibagué. Foto, Wikipedia
La gran campaña del equipo Pijao, se tiñó de luto la noche del 18 de noviembre cuando en la previa al decisivo juego ante el Deportivo Cali, antes que los equipos saltaran al gramado del entonces estadio San Bonifacio, una de las barandas de la tribuna occidental se vino al suelo, dejando 19 víctimas mortales y más de 40 personas heridas, la tragedia motivó que el partido se tuviera que disputar días después en Bogotá.
El equipo adoptó a El Campín como su casa, y tanto la afición como la prensa de la capital, recibieron con cariño a su nuevo “huésped”, ya que luego de sortear con éxito el juego ante los azucareros, el Kokoriko Tolima, nombre tomado por su patrocinador, se perfilaba como un serio candidato al título dada su disciplina, calidad de sus jugadores y adaptación a la altura de la capital.
En la última fecha del cuadrangular final, el Nacional de Zubeldía derrotaba al América de Cali y se iba colgando su cuarta estrella, mientras en Bogotá el Junior de Barranquilla y el aguerrido equipo tolimense disputaron un partidazo cuyo resultado daría el otro cupo a la Libertadores.
El Kokoriko había derrotado 4 – 2 a Nacional en un vibrante juego que lo dejaba con la opción de aspirar al subcampeonato si vencían a los tiburones, a quienes les bastaba el empate para llegar al torneo de clubes más importante del continente.
Al minuto 85 el partido se encontraba 3-3, cuando se produce una falta a unos 25 metros de la línea de gol que se dibujaba en el arco norte, cabaña custodiada por un histórico del cuadro barranquillero: el gran Juan Carlos Delménico.
Ya con la barrera organizada, el goleador del torneo, Víctor Hugo del Río se aprestaba a ejecutar el cobro, de repente una voz firme señaló con toda seguridad: “Yo le pego”, Heberto Carrillo clavó su mirada, primero en Del Río, después en la pelota y finalmente en uno de los ángulos custodiados por Delménico.
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El famoso gol de Carrillo. Foto Deportes Tolima
Segundos después un zurdazo con toda la fuerza y corazón de un vaquero tolimense empujó con violencia esa pelota que se coló por todo el ángulo superior izquierdo imposible para cualquier arquero… la pelota se clavó a lo profundo de la red, mientras que un Campín repleto, con inmensa mayoría de seguidores del Tolima gritó con el alma ese gol cuyo sonido retumbó por todo el Tolima grande.
La formación tipo de ese gran Kokoriko Tolima, se recita con alegría y nostalgia: Oscar Quintabani, Hugo Gallego, Luis Montúfar, Luis Ramírez, Heberto Carrillo, Américo Quiñones, Gustavo Piña Mendoza, Evaristo Isasi, Janio Cabezas, Cristino Centurión y Víctor Hugo del Río.
El Kokoriko Tolima se clasificó a la Copa Libertadores de 1982, edición en la que llegó a semifinales. Para su patrocinador, una cadena de pollos, fue la mejor inversión para posicionar su nombre y mostrar su inicial en la camiseta del cuadro revelación de la década.
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Debut de Deportes TOLIMA en Copa Libertadores 1982. Arriba de izq a der: López, Montufar, Piña Mendoza, Tito Correa, Muentes y Quintabani. Abajo igual sentido: Carrillo, Balanta, V H Del Río, Centurión y Janio Cabezas. Foto Twitter Hernán Peláez.
En el recuerdo de los hinchas quedó el Tolimita, así, término que se repitió muchas veces, más que por equipo chico, por el cariño que se ganó tanto en la capital como en general en todo el país. Un equipo que brindó emociones y que en la temporada 1982 también logró el subtítulo y una nueva clasificación a la Libertadores.
El Kokoriko Tolima, un onceno querido e inolvidable, que perdura en la memoria futbolera colombiana, así como los versos finales de esa joya musical que es el Bunde Tolimense:
Pues mi rejo va a enlazar
las dulzuras del amor
con la voz de mi cantar,
¡Mi Tolima!
Texto en colaboración con: HUGO Martínez.
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