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El genio de cabeza de acero

Foto del escritor: Nacho MirandaNacho Miranda

Actualizado: 19 abr 2022

La historia de Dixie es ejemplo

de tenacidad y perseverancia;

casi un siglo después, sus goles

aún tienen registros inalcanzables.


La leyenda del Everton. Foto: liverpoolecho.co.uk


Sobre las ruinas romanas del centro de Chester Inglaterra, el Dublin Packett era un hervidero de muchedumbre en los años 40. Hasta este pub llegaban Toffees de todos lados sólo para ver de cerca a La Leyenda.


Jim McCartney hacía parte de los visitantes; el padre de uno de los iconos del cuarteto de Liverpool era azul hasta el tuétano, nacido en el corazón del distrito de Everton, su gusto no podía ser distinto. A lo mejor, si la música no hubiera estado presente en la familia, Paul hubiera sido un goleador al igual que el ídolo de su padre, y Los Beatles nunca hubieran sido Los Beatles.


Dixie atiende personalmente a sus clientes en El Dublin. Foto: liverpoolecho.co.uk

Qué mejor que tomarse una pinta y escuchar a Dixie hablando sobre sus hazañas; su enormidad de goles hicieron correr tanta cerveza como agua lleva el Mercey al Mar de Irlanda. Así transcurrían los primeros años de retiro de William Ralph Dean, dueño del Dublin Packett.


De la mano del padre, a los ocho años entraba por primera vez al Goodison Park; tan pronto los de azul lanzaban el primer ataque, el niño hacía un juramento jalando del brazo al orgulloso padre: "Algún día jugaré en el Everton". Conque fuera Toffee mister Dean ya había cumplido su misión.


Padre de cuatro niñas antes de William Ralph (1907), mister Dean que trabajaba en el ferrocarril, incentivó al chico en la práctica del fútbol matriculándolo en un colegio donde lo pudiera jugar. A los once años ya trabajaba para ayudar a la economía familiar en una lechería, empezaba su día a las 4 de la mañana levantando pesados bidones. Disciplina y un cuerpo de pura fibra ayudarían en un deporte rudo por aquellos años.


Debido a su tez morena y pelo ensortijado, surge el apodo de Dixie con el cual nunca estuvo a gusto; hacía referencia a los esclavos recolectores de algodón del sur de Estados Unidos.



Los primeros años del goleador. Foto: npg.org.uk

A los dieciséis años, sus 27 goles en treinta partidos en el Tranmore Rovers de la tercera división, ya presagiaban números mayúsculos. El cabezazo era su firma del gol, que potenciaba gracias a sus casi metro ochenta y al entrenamiento con balones medicinales.


El Arsenal y el Newcastle mostraron interés; pero al que le van a dar le guardan, así que sería el Everton quien pagaría tres mil libras, una fortuna para la época, para hacerse con el goleador. Las palabras del niño se hacían realidad.


De nada sirve la robustez física sin una fortaleza mental que lleve a cumplir los objetivos. Más de quince cirugías en los primeros años como jugador, incluida la pérdida de un testículo y el terrible accidente en moto con su novia donde tiene fracturas de mandíbula y cráneo que lo dejan 36 horas inconsciente, presagia una corta carrera. Ya había marcado 33 goles en su primera temporada 1925/1926 con tan sólo dieciocho años. Los médicos temen por su vida y descartan el fútbol para el goleador en desarrollo; todos menos él, una platina en la cabeza, quince semanas de recuperación y de nuevo para las canchas. Así crecía el mito del Everton.


24 goles después de la operación, pólvora aún intacta. Viene entonces la temporada 1927/1928 donde el hombre se eleva al culmen y las gestas parecen propias de dioses mitológicos y no de seres de carne y hueso. Sesenta goles en 39 partidos, números que después de un siglo parecen inalcanzables.


Para firmar el récord absoluto en ligas inglesas, el Everton ya campeón, enfrentaba en la última fecha al famoso Arsenal de Chapman y su goleador contaba 57 dianas. Al minuto 15 tras especialidad de la casa, un cabezazo, el primer gol. Un penal fabricado por él mismo es el segundo. Ya completaba 59 igualando los números de George Camsell del Middlesbrough de la temporada inmediatamente anterior. Al minuto 75 remata de zurda a la salida de un tiro de esquina, hat trick perfecto y el Goodison Park se viste de Olimpo para elevar a la cima al mayor de sus dioses.


El gol de zurda para firmar el récord. Foto: evertoncollection.org.uk

Con campañas irregulares las posteriores temporadas, donde baja a segunda y al año siguiente queda campeón, el Everton conserva a su goleador con cifras siempre asombrosas. 383 goles en 433 partidos hacen de Dixie el segundo goleador histórico de Inglaterra detrás de Arthur Rowley (434 goles en 619). Pero el mejor en promedio goleador de todos los tiempos.


El primer 9 sinónimo de gol recibe la FA CUP de 1933. Foto: evertoncollection.org.uk

Con la selección inglesa anotó 18 veces en 16 encuentros, siendo famosa la vez que visitando a la Alemania nazi en una gira amistosa, Dixie se negó saludar al Führer. Después de cumplir 22 años nunca volvió a ser convocado con Los Tres Leones, al parecer políticamente no encajaba con el "establishment".


El primero de Marzo de 1980 ya con su pierna derecha amputada víctima de una trombosis, Dixie entraba al Goodison Park puntual como siempre al derby de Merseyside.


Bill Shankly a la izquierda y Dixie Dean a la derecha el día del fallecimiento de Dixie. Foto: liverpoolecho.co.uk

Liverpool dos Everton uno. Con el final del partido, el pitazo final también era para su corazón. Caía de rodillas en el templo que fue su casa; en el lugar donde hizo la promesa de amor eterno, allí mismo donde ahora en bronce podemos ver al que Bill Shankly, el mítico entrenador del Liverpool, comparó con los grandes artistas de la historia: "Dixie Dean fue el mejor delantero centro que nunca ha existido y pertenece a la estirpe de los genios como Beethoven, Shakespeare y Rembrandt"


Foto: www.stackpatchcdn.com


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