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El espía de la nariz fría

Foto del escritor: Fredy Josué NiñoFredy Josué Niño

Actualizado: 29 dic 2021

A unos días del inicio del mundial del 66, una mascota, se convirtió en héroe nacional de Inglaterra.


Pickles, el perro más famoso de la historia del fútbol. – Foto BBC

En la década del 60 Londres era la capital mundial de las tendencias. Las guitarras de los Stones y de los Beatles transmitían una alegría que le daba otro matiz a la capital de una nación que vivía su mejor momento después de la guerra, con un crecimiento económico tan llamativo como la minifalda de Mary Quant, aquella fabulosa creación que se presentó al mundo desde el elegante barrio de Chelsea.


En 1966 la octava Copa del Mundo no podría tener un entorno mejor, los inventores del juego estaban dispuestos a levantar la esquiva Jules Rimet y esperaban ansiosos a que llegara su momento en el legendario estadio de Wembley.


El trofeo diseñado por el francés Abel Lafleur representaba una victoria alada, la diosa Niké. Medía treinta centímetros y pesaba cuatro kilogramos, elaborado en plata esterlina y bañado en oro, era el santo grial que distinguía desde 1930 a los campeones mundiales de fútbol.


En 1946 se determinó que llevara el nombre de Jules Rimet, el francés que, como presidente de la FIFA, concibió que cada cuatro años el mundo se convirtiera en un balón. Uruguay, Italia y Brasil ya la habían levantado en dos oportunidades, mientras que Alemania había hecho lo propio en 1954.


Inglaterra tenía una oportunidad tan dorada como la copa para ganarla y frenar así a un posible tricampeón; la FIFA había reglamentado que la selección que lograra el título por tercera vez se apropiaría para siempre de la Jules Rimet, algo que los muchachos de la Reina estaban dispuestos a evitar a toda costa.


La Copa Jules Rimet, el Santo Grial del fútbol mundial, estuvo en juego durante las primeras nueve copas del mundo. En México 70, Brasil logró el tricampeonato y con ello lograr su custodia permanente. – Foto: El Tiempo.

Sin embargo, el 20 de marzo, un hecho sacudió a la Scotland Yard: la diosa Niké tomó vuelo y fue raptada de Westminster. Los cables internacionales le transmitían al mundo la noticia: a poco más de tres meses de la inauguración del mundial no había copa para levantar.


En la noche, una llamada anónima recibida por el presidente de la Federación Inglesa advirtió que en inmediaciones del estadio Stanford Bridge encontrarían noticias de la Copa; las autoridades atendieron el mensaje y en efecto encontraron un sobre con una nota en la que se exigía el pago de quince mil libras esterlinas a cambio del trofeo. Como “prueba de supervivencia” los autores enviaron el terciopelo sobre el cual se estaba exhibiendo la Jules Rimet.

Entre la sobriedad y la vergüenza, las autoridades inglesas le muestran al mundo la vitrina ubicada en Westminster sin… la Jules Rimet… - Foto BBC

Como si se tratara de una historia del 007 o de Simón Templar, la Scotland Yard capturó a un oscuro personaje que fue citado para recoger el botín; el detenido se limitó a decir que representaba a un tal Paul autor intelectual del delito y que no tenía idea del paradero de la dorada Niké.


Pasada una semana de la vergonzosa desaparición de la copa y cuando la FIFA ya había autorizado la elaboración de una réplica, un ciudadano clase media inglesa, David Corbett, paseaba a su perro Pickles por el tradicional vecindario de Upper Norwood al sureste de Londres.

David Corbett y Pickles posan en el lugar donde el pequeño ovejero encontró el paquete con la preciada diosa Niké. – Foto BBC

De repente, el canino, un “ovejero” raza Collie, se detuvo a olfatear un paquete escondido entre los arbustos de un jardín vecino. Al percatarse de ello, Corbett descubrió que envuelto en papel periódico se encontraba una reluciente figura dorada: ¡era la Copa del Mundo! Presuroso, decidió llevarla a la estación de policía más cercana, la de Gipsy Hill.

La prensa inglesa encontró en Pickles a su primer campeón de la Copa del Mundo. El canino parecía disfrutar al máximo de su “cuarto de hora”. – Foto BBC

Ya al interior de la sede policial, un emocionado y eufórico Corbett fue tranquilizado por un “shot” de Whisky brindado por uno de los policías, sin embargo, su alegría contrastó con la frialdad del oficial que empezó a documentar el caso; no era para menos, en efecto era el primer sospechoso del robo, por lo cual fue detenido e interrogado hasta altas horas de la madrugada.


Una vez aclarado todo, Corbett recibió un cheque por mil libras, dinero con el cual pudo comprar su casa, aparte de ello, Pickles se convirtió en héroe nacional, las autoridades le brindaron comida gratis durante un año y fue condecorado por la Liga de Defensa Canina. Como si fuera poco, la mascota, convertida en toda una celebridad, fue invitada a múltiples eventos lo cual le representó a Corbett aumentar sus ingresos con el cobro de sus respectivos honorarios.

Pickles, recibió todo tipo de reconocimientos, a la derecha posa con una medalla de plata que le otorgó la Liga de la Defensa Canina. En las otras imágenes, David Corbett, su feliz dueño, asistiendo a eventos y recibiendo uno que otro cheque gracias a la hazaña de su mascota. - Foto BBC

El pueblo inglés vivió con intensidad su mundial cuyo clímax llegó el 30 de Julio cuando Bobby Moore recibió de manos de la Reina la preciada Jules Rimet; Inglaterra había vencido en una final polémica a Alemania y Londres seguía siendo el centro del mundo.


Corbett y Pickles asistieron a la cena triunfal con el equipo inglés, evento al que no fueron invitadas las esposas de los futbolistas. Se dice que el can, o mejor, su dueño, recibió por lo menos 6.000 libras por participar en diferentes eventos y que los jugadores ingleses apenas 1.360 libras por haber logrado el título mundial.

Wembley es una fiesta, Bobby Moore recibe de la Reina Isabel la preciada Jules Rimet, el pueblo inglés estalla de emoción al tiempo que Londres sigue siendo el centro del mundo. – Foto BBC.

Eso poco importó, la imagen del capitán Bobby Moore alzando al canino y presentándolo al público desde un balcón de South Kensington fue icónica y emocionante.


Cuatro años después, la Victoria Alada que fue escondida de los nazis en una caja de zapatos y bajo la cama del dirigente italiano Otto Barasi, voló para siempre hacia Brasil en donde tuvo un trágico final, al ser raptada en 1983 y posiblemente dividida en trozos de oro, sin dejar rastro alguno.


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